elementos esenciales de un relato de terror
Escribir terror

Los 3 elementos esenciales de un buen relato de terror

elementos esenciales de un relato de terror

A lo largo de todos los años que llevo leyendo terror, tenía clarísimo lo que buscaba como lectora en cada uno de los textos que escogía, pero ha sido en los últimos tres años ejerciendo de profesora de escritura de relato cuando he comprendido de verdad lo que diferencia a un relato de terror que funciona de otro que no. Por supuesto, hay tantos tipos de relato de terror como autores, porque la literatura siempre es muy personal (lo admitamos o no). Sin embargo, como ya comenté en este post, la clasificación de una historia dentro de un género se hace en base a unos criterios más o menos compartidos. Aquí también entran las historias de miedo, ya sean ligeras o mucho más aterradoras, así que no voy a entrar en el nivel de terror de una historia sino en qué la hace interesante, que es lo que nos importa.

Hoy quiero compartir contigo los tres elementos esenciales que debe tener cualquier buen relato de terror para que realmente te haga sentir alguna de esas emociones que revolotean alrededor del miedo. Y, por supuesto, no me voy a andar con rodeos ni edulcorantes. Vamos al grano:

1. La atmósfera: el arte de hacerte sentir incómodo

crear atmósfera en terror

Para mí, este es un punto clave. Un buen relato de terror debe envolverte con un ambiente en el que, por lo menos, no estemos cómodos. Si hace que sientas la necesidad de encender todas las luces de la casa, mucho mejor. No importa si nos sitúa en la oscuridad y todo lo relacionado con ella (piensa tan negativo como quieras: muerte, encierro, opresión, tinieblas, etc), o si estamos a la luz de un bonito día de verano. El arte está en transmitir ese mal rollo que te hace ponerte alerta. Sin una buena atmósfera, el terror simplemente no funciona.

En La caída de la Casa Usher de Edgar Allan Poe (Si no lo has leído, hazte un favor y sumérgete en el abismo ahora), Poe no te lleva de la mano, sino que te empuja de cabeza a un mundo donde la casa misma parece conspirar contra ti. La decadencia y la locura se sienten en cada grieta de las paredes. Por el contrario, tenemos La lotería de Shirley Jackson, que sucede en un precioso día de finales de junio en el que los niños juegan y todo trascurre aparentemente normal para el pequeño pueblo donde se ambienta. Sin embargo, conforme avanzamos, nos damos cuenta de que algo no encaja.

2. Personajes creíbles: si me importas, te sigo al fin del mundo

personajes creíbles en terror

No hay nada peor que un personaje de terror que toma decisiones absurdas. De esto te hablé en la inauguración de mi blog en un post donde me desahogué con creces (es el privilegio de escribir). Para que el terror sea efectivo, los personajes deben ser verosímiles (que no necesariamente significa «reales»), con miedos y motivaciones que puedas entender. Porque, seamos sinceros, si no nos importa lo que les pase, ¿dónde está la gracia?

En Los pájaros de Daphne Du Maurier, la autora consigue que nos preocupemos por el destino de la familia protagonista porque cada uno de sus miembros está tan bien definido que nos identificamos con lo que se les pasa por la cabeza durante la invasión de aves. Sufrimos, así, cada una de sus decisiones.

3. El elemento sorpresa: ya sabemos que el gato siempre salta

¿Te has dado cuenta de que en las películas de terror siempre hay un gato que salta de la nada para pegarte un susto? Este recurso se llama «el autobús de Lewton» (lo explico aquí) y siento decirte que en literatura no funciona. Cuando hablamos de un texto literario, el «susto» (lo pongo entre comillas porque no es tal) debe ser mucho más sofisticado. Un buen relato de terror juega con tus expectativas, te da una falsa sensación de seguridad y luego te golpea donde menos te lo esperas. Pero todo eso se hace sin efectos de sonido que te fuercen a pegar un repullo del sofá. En un relato, tenemos que tejer a fuego lento y con otras herramientas, y buscar lo inesperado.

En El gato negro de Edgar Allan Poe, (sí, volvemos a Poe. ¿Qué puedo decir? El hombre sabía cómo asustar) el autor nos adentra en la mente de un hombre que va perdiendo el control y, justo cuando piensas que lo has entendido todo, te suelta un giro que te deja helado. El final de la ya mencionada lotería de Shirley Jackson tiene ese mismo efecto de sorpresa que funciona de maravilla. Otro relato que me dejó bastante impactada con sus giros fue Las que pintaron la oscuridad de Óscar Navas, que lo puedes leer aquí.

Así que ahí lo tienes. Mis conclusiones de los últimos años de docencia y estudio resumidos para que ahora puedas usar estos elementos en tus escritos. Si te encuentras con una historia que clava estos tres aspectos, prepárate para algunas noches sin dormir o al menos para darle unas cuantas vueltas a la cabeza. Esas son mis historias favoritas.

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