Divagaciones

Por qué no tienes que leerlo ni verlo todo para ser un buen creador

Meditar, hacer ejercicio, beber 2 litros de agua, ir a trabajar, sacar a los perros, llevar a los niños al cole, trabajar, leer, estar con familia, hacer algo que te guste, yoga, comer, ver una serie, dormir… No sé tú, pero cuando veo la lista de lo que se supone que hay completar en un día según los gurús millonarios de internet, me empiezo a preguntar si esa gente no vivirá en un planeta que tarda más de 24 horas en dar un vuelta completa sobre sí mismo. Me los imagino a lo The walking dead, andando como zombies por la vida…

El día ya se nos presenta cargadito y, encima de todo eso, tenemos que estar al día de cada nuevo producto o tendencia dentro de nuestro campo profesional. En mi caso, y en el de otros compañeros escritores, eso consiste en ver todas las series y películas de terror que salen (antes de que se empiecen a publicar spoilers, que viene a ser como al día siguiente del estreno), leer libros de mi género y de no ficción (hay que formarse continuamente) y estar al tanto de videojuegos (porque además soy profe de narrativa en este área). Claro, ¿y qué más? ¿Queréis unos litros de sangre también?

Pues lo siento, pero no. Paren el carro que me están agobiando con lo que más me apasiona hacer, me bajo. No necesitamos verlo todo para seguir creando obras interesantes y te voy a contar por qué.

En primer lugar porque no todo lo que sale nuevo es de calidad. A veces el hype que se crea alrededor es más de lo que el propio producto puede soportar y acabas perdiendo horas de tu vida en una obra mediocre que, por la sinopsis o el trailer, ya intuías que lo iba a ser. Aunque hay que ver de todo, bueno y malo, con el tiempo de que disponemos, filtrar es casi una obligación. No hay que olvidar que casi siempre las obras que vienen precedidas de una brutal campaña de marketing simplemente cuentan con un gran presupuesto que adorna una obra poco original (hay excepciones, por supuesto). Esperar a ver la reacción de críticos de confianza es una solución que recomiendo para ahorrarse unas cuantas horas de vida. (Para eso tengo a unos muy buenos amigos. ¡Hola, Zona Negativa!)

Además, hasta que se demuestre lo contrario, el tiempo es limitado y efímero. Es materialmente imposible ver todas las películas o series que se producen, leer todos los libros que se publican o jugar a todos los videojuegos que se comercializan. Nadie puede hacerlo. Tú tampoco, olvídalo. Alguien siempre sabrá algo que desconoces o habrá visto esa obra que tienes en tu lista de pendientes. Y eso no debe hacer que te sientas rezagado. Selecciona, porque no eres una máquina y quizás esa idea brillante te está esperando ahí fuera, lejos de Netflix, en algún bar o en un parque, con gente, al aire libre, bajo el sol… Esos placeres de la vida tan necesarios para no volvernos locos.

Estar al día con lo que se está haciendo en el mundillo, ya sea literario, cinematográfico o del videojuego, es positivo. Necesitamos saber las tendencias para vender nuestro producto, eso es innegable. Sin embargo, a veces esto puede causar el efecto contrario y crear la falsa ilusión de que el público quiere más de lo mismo. Si ahora todo va de zombies, me voy a poner a escribir sobre zombies, ¿no? ¡Error! La mayoría de las veces la gente consume un producto por la propia presión de no quedarse atrás y no por su calidad u originalidad; ni siquiera porque le apetezca o le interese el tema en cuestión. Después de todo, no olvidemos que las tendencias las crea siempre alguien que suele ir a contracorriente de las propias tendencias de ese momento. Cómo me gusta una buena paradoja.

Por otro lado, existe un tipo de bloqueo creativo, que yo llamo “bloqueo por sobredosis”, que consiste básicamente en una saturación de información que impide al cerebro acceder a su parte creativa. Estamos tan cansados de las historias de otros que somos incapaces de concentrarnos en la nuestra. Este sentimiento suele ir acompañado de una sensación de estrés aguda por la presión que supone intentar “crear como otros”. «Este autor ha tenido mucho éxito con tal obra y yo debería hacer lo mismo». Pero no puedes porque estás ocupado en ver/leer/jugar a lo último que ha salido para poder estar al día y ser como este otro autor que… Y así pasa un año y no has escrito nada. Te dejo por aquí un artículo sobre la rutina de 10 grandes escritores.

Y por último, la razón que considero más importante: disfrutar de la creación. Hemos decidido dedicarnos a contar historias porque nos apasiona. Es nuestro oxígeno. Seamos sinceros, nadie se hace rico escribiendo (bueno J.K Rowling, sí, pero pocos más). Si te has metido en esto es porque no puedes dejar de inventar otras vidas, de tejer tramas y personajes, porque sueñas con ellos, los buscas, los necesitas, y es eso lo que te anima a seguir en este mundo cruel. ¿Y ahora vamos a dejar de disfrutar de un libro o una serie para “consumirla” como si fueran patatas fritas? Me niego rotundamente. No pienso engullir obras como si fuera el jurado de Masterchef, tan solo en busca de la crítica o de la clave del éxito de otros.

De hecho, los maratones de series ya empiezan a causar problemas de salud. Echa un vistazo a estos dos artículos: Why I’m sick of binge watching y What happens to your brain when you binge watch a tv series (sí, están en inglés, pero ya somos todos bilingües, ¿no?). Volvamos a disfrutar de lo que nos están contando esos autores, a saborearlo, a sumergirnos de verdad la experiencia narrativa.

Vive, o no tendrás nada que contar por mucho que hayas visto o leído. Es difícil emocionar si no somos capaces de hacerlo nosotros mismos. Relájate y disfruta de vez en cuando de las obras que van cruzándose en tu camino, que la lista de pendientes se puede hacer demasiado larga, pero la vida es corta.

Fíjate si es corta que ya es de noche y todavía ni he meditado ni he hecho ejercicio ni me he bebido 2 litros de agua. ¿Dónde se fue el día? Me voy a ver qué ponen en Netflix…

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Escritora y guionista de terror, misterio y suspense. Fanática de Drácula, la brujería y todos los tipos de té existentes. También imparto distintos talleres y charlas sobre escritura y cine.

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