Literatura de terror

El terror costumbrista en el cine y la literatura

Soy del sur de España, de Jaén concretamente. Aquí las costumbres siguen arraigadas, la tierra importa, las fiestas locales son acontecimientos más grandes que una boda y la oscuridad de la noche dura poco, sobre todo en verano. A veces me preguntan por qué me incliné por el terror viniendo de un lugar tan alegre y soleado, y es ahí cuando comprendo que aún queda gente inocente que piensa que solo la oscuridad da miedo. Bienvenido al terror costumbrista.

Qué es el costumbrismo

El costumbrismo surgió como un movimiento artístico que tenía como finalidad expresar las costumbres y los usos de una sociedad concreta. Surgió allá por el Romanticismo, aunque su auge se dio en el siglo XIX.

Se trataba de capturar los momentos rutinarios de la vida para observarlos sin más. Era una manera de dejar constancia de cómo vivían las distintas sociedades que formaron una época. Cuando miramos un cuadro, vemos una película o leemos un libro que muestra la idiosincrasia de un lugar y sus gentes sin más («la familia española» o «la clase media americana») estamos ante una obra costumbrista. Por ofrecer un ejemplo de cultura general, en España tenemos las comedias de los Hermanos Quintero en teatro e incluso gran cantidad de episodios de El Quijote, que son de tono costumbrista.

Característiscas del costumbrismo

Intentaba expresar la realidad de manera objetiva. Esto es importante porque, como ahora veremos en lo que concierne al terror, sus autores no se inmiscuían lo más mínimos en las acciones de sus personajes, ya estuvieran hechos de palabras o de colores. El costumbrismo se aleja de los juicios morales para simplemente observar lo que sucede y plasmarlo.

Tiene un objetivo implícito de trasladar las costumbres del momento a las generaciones futuras. Es una forma de dejar un legado para que los que venimos después podamos comprender qué ocurría en ciertas épocas, sin artificios ni idealizaciones.

Es una transición entre el Romanticismo y el Realismo, dos corrientes opuestas de pensamiento (la idealización frente a la racionalidad).

El tono puede variar desde cierto cariño a la sociedad que describe hasta uno satírico o humorístico.

La crítica a cualquier costumbre siempre es encubierta. Nunca se pone de manifiesto de una forma explícita.

La representación del folclore local o nacional es una de sus temáticas más abundantes.

El costumbrismo en el cine de terror

Supongo que ya te habrás hecho una idea de lo que rodea a esta corriente (costumbre y objetividad, al menos), pero aquello no se quedó en el siglo XIX. Son numerosas las obras que conservan ese tono costumbrista al que tan acostumbrados estamos en España (valga la redundancia) sin saberlo. En el cine de terror, sobre todo americano (lo que allí se denomina «Folk Horror»), esta forma de tratar las historias supuso un giro novedoso en sus primeros momentos.

Fotograma de The blood Satan’s claw

Fue un poco de la mano de la literatura, ya que a mediados del siglo XX comenzaron a surgir novelas de terror con estas características de las que hablaremos más tarde. Algunos argumenta que la primera película de este género fue Haxän (1922), que ya mencioné aquí, pero en realidad el término lo acuñó a finales de los 60 el director Piers Haggard (The blood on Satan’s claw).

Fotograma de The wicker man

A partir de ahí las cintas dentro del subgénero se multiplicaron. Ahí tenemos a Los chicos del maíz (1984, Fritz Kiersch), la anteriormente mencionada The blood on Satan’s Claw (Piers Haggard, 1971) y The wicker man (1973), comparada con la reciente Midsommar de Ari Aster, que será nuestro caso práctico en este artículo. En 2015 el subgénero volvió con fuerza y nos dejó joyas como The witch (Robert Eggers, 2015) y ha continuado colándose en el cine con títulos como The ritual (David Bruckner, 2017) y Apostle (Gareth Evans, 2018), que según su director fue un homenaje a The wicker man.

En España contamos con ejemplos como la aclamada Rec (Jaume Balagueró y Paco Plaza, 2007), Verónica (Paco Plaza, 2017) o la reciente Malasaña 32 (Albert Pintó, 2020).

Un caso práctico: Midsommar (Ari Aster, 2019)

Lo que Aster logra con esta aterradora historia es complicado conseguirlo a plena luz del día más soleado del verano. Estamos acostumbrados a un tipo de terror en penumbra, susurrado, con fuerzas sobrenaturales que nos acechan en la noche y de repente el director nos sumerge en un viaje de cuatro amigos americanos al corazón de Suecia para celebrar el solsticio de verano. ¿Qué puede asustarnos de todo esto más allá de las resacas posteriores a la fiesta?

Acompañamos a Dany, una joven que acaba de sufrir la pérdida de su hermana tras su suicidio y que se encuentra atrapada en una relación que no avanza con Christian, en un viaje hacia el festival estival de Midsommar, que se celebra en un aldea perdida en la nada en Suecia. Con una magistral puesta en escena y una fotografía exquisita, Aster nos cuenta una historia de folclore sueco con profecías, tradiciones y rituales macabros por los que pasa sin juicios morales. Asistimos como meros observadores a lo que la comunidad realiza: sus cenas, festividades, ropas, escrituras, simbología. Y lo vemos a través de la protagonista que, como un juguete roto necesitado de una familia, cae en las redes de la aldea.

Tendríamos los ingredientes de una típica película americana slasher (jóvenes guapos, relaciones amorosas, sexo, sangre y horror) si no fuera por el juego del tempo narrativo, el conflicto interior de Dany para con la comunidad (necesidad afectiva vs crímenes) y la observación de la cotidianidad de las gentes de la aldea. Te aseguro que ninguna fiesta patronal será la misma después de ver esta película.

El costumbrismo en la literatura de terror

Ya adelanté que más o menos a mediados del siglo XX el costumbrismo llegó a la novela de terror. ¿Y adivinias quién hizo de este subgénero su sello? Sí, el maestro del terror por antonomasia. Stephen King juega como nadie con esos escenarios y personajes de la América profunda, que ya inició con su primera novela Carrie, en la que dejaba entrever que el terror no se escondía en castillos encantados y en gatos negros sino que vivía dentro de uno mismo.

A partir de aquí, muchos fueron los que intentaron subirse al carro con bastante menos éxitos que el autor de Maine. En España tenemos algún caso digno de mención como Los lobos del centeno de Francisco Narla, ambientado en la Galicia de los años 20, e incluso me atrevería a meter aquí algo de la literatura que nos dejó Gustavo Adolfo Bécquer. También puedes echar un vistazo al análisis del relato Moscas de Lorena Rodríguez que hice aquí. Pero el que te traigo hoy es de la genial Elia Barceló.

Caso práctico: Ritos, de Elia Barceló.

Me encanta cuando una escritora comienza una historia que parece inofensiva, como si me la contara mi vecina cuando me la encuentro en el supermercado, y de repente te ves metida en la casa de los horrores preguntándote cómo habrás llegado hasta ahí. Eso es lo que hace Barceló con este relato corto pero intenso.

Nos sitúa en un pequeño pueblo costero, que parece localizarse en el País Vasco, en medio de una historia de amor entre un alemán y una joven local, cerca de las fiestas patronales. Y, cuando ya estás metida de lleno en este amorío veraniego y éxito, te lanza el cebo: «Nadie puede quedarse en el pueblo después del treinta de agosto». ¿Por qué? ¿Qué hacen allí el treinta de agosto que no podamos ver?

Lo que le sigue es un inteligente despliegue, comedido y premeditado, de folclore y tradición púnica y cartaginesa (Gracias por usar mitología más allá de la anglosajona) y un pueblo con oscuros secretos y rituales aterradores que culminan en un cruel final. Y no podía ser menos, ya te lo advierte el título de la antología, porque este relato se incluye dentro de La maga y otros cuentos crueles, y no defrauda.

Como ves, se puede generar una atmósfera oscura a plena luz del día, entre bailes regionales y banquetes de comida, y eso es lo que me maravilla del género de terror, que al final la oscuridad y los monstruos que tanto nos asusta en realidad se encuentran en nuestras sombras internas y salen llueva, haga sol, sea invierno y verano. Habrá que pensárselo mejor antes de ir a las fiestas del pueblo…

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Escritora y guionista de terror, misterio y suspense. Fanática de Drácula, la brujería y todos los tipos de té existentes. También imparto distintos talleres y charlas sobre escritura y cine.

2 Comentarios

  • Roxanna

    Me encantó, pienso que lo mas atractivo de salir de este costumbrismo es precisamente que no te esperas lo que viene y genera un Verdadero suspenso.Me gustan las historias que engañan al lector, nada predecibles. Gracias me encanta tu pagina en general.

    • V. Cervilla

      Hola Roxanna,

      Sí, creo que ahí radica el encanto de este subgénero. Además los personajes, si están bien desarrollados, suelen ser muy interesantes. ¡Me alegro de que te guste! Un saludo 🙂

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