Sobre escritura de terror

Terror vs Horror. Definición, uso y efecto

Cuando comencé en serio con el blog y me propuse analizar el género de terror en más profundidad, quizás debería haber empezado por explicar algunos conceptos que he comprobado que siguen sin estar muy claros. Nunca es tarde, ¿no? Porque así es, queridos lectores, el terror y el horror no son lo mismo.


Retrocedamos en el tiempo hasta finales del siglo XVII en Inglaterra, donde una señora estaba a punto de iniciar lo que después sería la época más prolífica del terror hasta la fecha, y esa señora no era otra que Ann Radcliffe. Fue ella quien distinguió por primera vez los dos términos que nos ocupan en su artículo On the supernatural in poetry y lo hizo de esta manera tan poética:

El terror y el horror son tan opuestos entre sí que el primero expande el alma y despierta las facultades dormidas hacia las esferas más altas de la existencia; el otro, la contrae, la congela y la aniquila por completo.

Ann Radcliffe

Pero, ¿qué quería decir con esto Radcliffe? En resumen, el terror es el sentimiento provocado cuando creemos que algo horrible está a punto de suceder y el horror lo que sentimos cuando ha sucedido. Y esta distinción es importante porque afecta al tipo de historia que contamos y al público al que pretendemos dirigirla. (Por cierto si no conoces a Radcliffe—¡muy mal!—escribí un poco sobre esta magnífica escritora gótica aquí). Entremos en materia.

Terror. Concepto y uso

Dentro de esta categoría se incluirían las obras, ya sean cinematográficas o literarias, que apelan a lo sutil, a la tensión y al suspense (dos términos que también habría que aclarar y que haré en próximas entregas). El autor se sirve de la predisposición para sentir miedo con la que el público se enfrenta a este tipo de historias. Apela a la emoción primitiva del miedo y va creando atmósferas que le son propicias. Fantasmas, casas encantadas, posesiones, locura, todos estos elementos suelen encontrarse en obras de este tipo.

¿Por qué terror? Ya os conté mis razones, pero centrándonos en el concepto como tal, esta emoción se adhiere con más facilidad a nuestro cerebro y permanece durante más tiempo ahí, rumiando y repitiendo aquello que la despertó. Es una respuesta biológica de supervivencia. Tras el estímulo que nos provoca la sensación de peligro, ya sea real o inventada (porque el cerebro es muy inteligente pero no distingue realidad de ficción), se genera una especie de archivo que se almacena en la memoria para tener a mano la próxima vez que aparezca la amenaza. Puedes leer aquí la explicación completa sobre el círculo del miedo. Por eso, los niños pequeños no deben ver películas de miedo y yo estuve unos cuantos años soñando con un muñeco poseído por el asesino Charles Lee Ray. Así que cuidado con el terror, procede siempre con precaución.

Ann Radcliffe comparó el terror con lo sublime y la RAE define la palabra sublime así: Excelso, eminente, de elevación extraordinaria y en sentido figurado aplicado a cosas morales o intelectuales. En otras palabras, el terror es lo que sentimos ante un acontecimiento que no podemos comprender. Como esta escena de Poltergeist (mi favorita, no me digáis que no da miedo).

Horror. Concepto y uso

El horror, sin embargo, es como cuando de pequeños teníamos que ponernos la vacuna. Al principio creábamos toda una horrible anticipación de lo que iba a ser, pero tras unos segundos más o menos incómodos, se pasaba y continuábamos con nuestra vida. Este sentimiento es el que provocan obras de contenido violento más explícito como el gore. El asco, la revulsión, la piel de gallina, todo es eso es el horror.

Reconozco el terror como la principal emoción, así que trato de aterrorizar al lector. Pero si me parece que no puedo aterrorizarle, voy a intentar horrorizarle, y si veo que no puedo horrorizarle, intentaré asquearle. No estoy orgulloso.

Stephen King, Danza macabra
Fotograma de la película Saw

El horror es la «recompensa» tras haber esperado a que suceda la acción. El asesino en serie persigue a su víctima, esta corre, se esconde, parece que va a escapar, pero por fin la atrapa. Levanta el cuchillo y… Ahora viene lo horrible. Ya podemos volver a hacer descender un poco la tensión. El terror, en cambio, no puede distraerse ni un solo segundo porque no persigue una meta final que nos recompense de nada: el camino es lo terrorífico, el final es solo inevitable. La atmósfera debe mantenerse durante toda la historia y con ella, la tensión, que suele ir in crescendo hasta que llegamos al clímax donde puede o no aparecer el horro (porque ambos conceptos pueden combinarse en la misma obra).

Aplicación y recomendaciones

Por las razones anteriormente mencionadas, el horror suele considerarse un truco fácil que usa el autor cuando no es capaz de crear terror, una emoción que necesita de más maestría. También es cierto que el abuso del terror crea un sentimiento de frustración en el lector/espectador, que necesita esa recompensa de vez en cuando, la consecución de la acción que lleva tanto tiempo esperando, para moverse dentro de la historia. Personalmente no soy muy aficionada a las escenas sangrientas y existen varios recursos para asustar que no necesitan llenarlo todo de vísceras, pero este tipo de historias tienen su público y a veces hasta el más habilidoso creador de obras de miedo acaba acudiendo a un buen baño de sangre.

Te dejo algunas recomendaciones para que compruebes cómo se utilizan estos dos conceptos y cómo se combinan (podría haber hecho listas mucho más largas, pero para empezar creo que con esto va bien):

Libros donde predomina el terror

Cuentos de Edgar Allan Poe

El exorcista, William Peter Blatty

La maldición de Hill House, Shirley Jackson

Cuentos trágicos, Emilia Pardo Bazán

Películas donde predomina el terror

Al final de la escalera, Peter Medak

Los otros, Alejandro Amenábar

El sexto sentido, M. Night Shyamalan

Libros donde predomina el horror

Cujo, Stephen King

Demonio de libro, Clive Barker (casi cualquier obra de este autor)

The girl next door, Jack Ketchum

Películas donde predomina el horror

La matanza de Texas, Tobe Hooper

Maniac, Frank Khalfoun

Tokyo Gore Police, Yoshihiro Nishimura

Obras que combinan con habilidad ambos conceptos

El resplandor (tanto la novela como su versión cinematográfica)

Drácula, Bram Stoker (versión cinematográfica de Francis Ford Coppola)

El silencio de los corderos, Jonathan Demme

Hereditary, Ari Aster

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Escritora y guionista de terror, misterio y suspense. Fanática de Drácula, la brujería y todos los tipos de té existentes. También imparto distintos talleres y charlas sobre escritura y cine.

4 Comentarios

  • Betsabé

    Me ha gustado muchísimo el artículo. Me gustaría puntualizar que cuando Radcliffe relaciona el terror con lo sublime, no hace alusión a lo que entendemos hoy por sublime (reflejado en la RAE), sino al concepto estético de lo sublime en su época. Este concepto se contraponía con lo pintoresco. Lo sublime hace alusión a la emoción que te produce un precipicio, por ejemplo, donde experimentamos un profundo miedo ante la posible caída pero se mezcla con la atracción por mirar hacia abajo. Es algo que nos atrae y nos espanta a la vez, y casi siempre la insignificancia del ser humano que es engullido por la inmensidad del mundo.
    Durante el Romanticismo se usó mucho este concepto ante la fuerza de la naturaleza (naufragios, incendios, acantilados). Y entendido así, en su contexto, tiene más sentido.

    • V. Cervilla

      Efectivamente. Creo que la «frustración» hoy en día en torno al género de terror viene a raíz de la contaminación audiovisual que tenemos del cine o la incapacidad de distinguir formatos. Esperar un jumpscare de una novela es muy ingenuo. Las historias que perduran son las que consiguen esa sensación sublime de la que hablaba Radcliffe. ¡Muchas gracias por leerme!

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